Dedicado a ciertos personajes que creen saberlo todo....
REGLAS PRACTICAS PARA EL ARTE DE CRITICAR II
He aquí algunas reglas prácticas para el arte de criticar:
1º Hacer la crítica «cara a cara». Es decir, hacérsela al que tiene que corregirse. Buscar ayudarle. Tirar la piedra y esconder la mano es de mezquinos.
2º Hacer la crítica en privado (a no ser que se trate de cosas públicas). Decirle a uno sus defectos en público es contraproducente.
3º En la crítica, no hacer comparaciones, que resultan odiosas. Nunca decirle a un hijo: «aprende de tu primo». Cada persona es cada persona. Cada caso es cada caso. Las circunstancias diversas pueden cambiar los casos radicalmente.
4º Criticar los hechos, nunca las intenciones. Sólo Dios conoce los corazones. Mientras no nos conste de lo contrario debemos pensar en la buena fe del prójimo. Eso de «piensa mal y acertarás», aunque algunas veces dé resultado, es poco caritativo. Es más bonito aquello de «piensa bien mientras no tengas razones que te obliguen a pensar mal».
5º Limitar la crítica a un caso concreto. Sin generalizar. Las generalizaciones, generalmente, perjudican a inocentes.
6º Criticar con objetividad. Sin exagerar. Evitar las palabras «siempre», «nunca» y similares. Nadie es siempre malo.
7º Criticar una sola cosa cada vez. Soltar de golpe muchas críticas es agobiante.
8º No repetir la misma crítica frecuentemente. El machaconeo resulta ineficaz.
9º Elegir el momento oportuno, tranquilo. Si uno de los dos está nervioso se agrandará la herida en lugar de curarse.
10º Comprobar bien lo que se critica. Basarse sobre rumores o sospechas es exponerse a ser injusto.
11º Ponerse en el lugar del criticado para no hacer a nadie lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros. Si supiéramos las razones que el otro ha tenido, seríamos mucho más indulgentes.
2º Hacer la crítica en privado (a no ser que se trate de cosas públicas). Decirle a uno sus defectos en público es contraproducente.
3º En la crítica, no hacer comparaciones, que resultan odiosas. Nunca decirle a un hijo: «aprende de tu primo». Cada persona es cada persona. Cada caso es cada caso. Las circunstancias diversas pueden cambiar los casos radicalmente.
4º Criticar los hechos, nunca las intenciones. Sólo Dios conoce los corazones. Mientras no nos conste de lo contrario debemos pensar en la buena fe del prójimo. Eso de «piensa mal y acertarás», aunque algunas veces dé resultado, es poco caritativo. Es más bonito aquello de «piensa bien mientras no tengas razones que te obliguen a pensar mal».
5º Limitar la crítica a un caso concreto. Sin generalizar. Las generalizaciones, generalmente, perjudican a inocentes.
6º Criticar con objetividad. Sin exagerar. Evitar las palabras «siempre», «nunca» y similares. Nadie es siempre malo.
7º Criticar una sola cosa cada vez. Soltar de golpe muchas críticas es agobiante.
8º No repetir la misma crítica frecuentemente. El machaconeo resulta ineficaz.
9º Elegir el momento oportuno, tranquilo. Si uno de los dos está nervioso se agrandará la herida en lugar de curarse.
10º Comprobar bien lo que se critica. Basarse sobre rumores o sospechas es exponerse a ser injusto.
11º Ponerse en el lugar del criticado para no hacer a nadie lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros. Si supiéramos las razones que el otro ha tenido, seríamos mucho más indulgentes.
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