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viernes, 15 de julio de 2011

El valor ético de obrar bien (Kant-Obiols-Bassols) Volver a los orígenes

El valor ético de obrar bien(I.Kant-Obiols-Bassols)




Todos los sistemas éticos, considerados aquí, han estado sujetos a la crítica en distintas épocas, pero en todos ellos se reconoce un punto positivo idéntico y es que nuestro obrar parte de una norma y un fundamento que es nuestra conciencia personal.
Probablemente, la lectura de éste post será como releer  los palotes de la introducción a la filosofía, pero a juzgar por los tiempos que corren, es hora de volver a los comienzos, a los fundamentos, al lugar donde todo empezó.
Este post se ha hecho, siguiendo ése criterio.
El hombre por naturaleza aspira a obrar bien, y entre los valores morales que deben defenderse se destacan los derechos individuales, el derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad privada, derechos que a su vez tienen fijados sus límites en los derechos de los demás.
El valor ético de obrar bien, surge naturalmente al observar la evolución del pensamiento acerca de la moral y la conciencia a través de los tres grandes movimientos de la filosofía de la ética.
Si tomamos el principio de Kant,“Obrar de tal forma que la máxima que rija tu acto pueda valer como un principio de legislación universal y necesario”, entonces invalidamos el precepto de Aristóteles, que separaba las acciones de acuerdo al entorno en el cual se desarrollaba.
Pero cuando decimos que alguien obró bien generalmente queremos decir que cumplió con su deber, aunque no siempre cumplir con nuestro deber nos conduce a la felicidad.
Surge la Ética dentro de la Filosofía para responder a preguntas tales como: ¿En que consisten el Deber y la Felicidad?, ¿Existen pautas para guiar la conducta humana?
La ética es la parte de la filosofía que se ocupa del obrar del hombre, de sus acciones.
Este obrar humano se puede entender en forma individual o en forma social.
 Para Aristóteles, existían tres niveles en el obrar, el obrar del individuo, el obrar de la familia y el obrar de la sociedad.
La ética discute y juzga las normas morales y jurídicas, siendo las primeras las que regulan lo que la sociedad aprueba o desaprueba, y las segundas las que regulan las prohibiciones, castigando el incumplimiento de las mismas.
También en ella se realiza por una parte la crítica y el análisis de la moralidad y por otra propone normas, escala de valores o ideales que van a primar sobre otros.
La discusión ética se realiza en el plano del “debe ser” y no meramente “del ser”.
Cada uno de nosotros consideramos nuestros actos y comportamiento como buenos o malos, pero en general nos exigimos el obrar bien como un deber, una obligación.

 Acto Moral y Valor Moral




La palabra “moral” vincula directamente la conducta y los actos humanos por su valor, es decir como buenos o malos.

Sólo reconocemos como sujeto moral al hombre, ya que solo este es capaz de reflexionar sobre sí mismo, sobre el mundo y la manera de transformarlo, solo él posee el conocimiento intelectual que le permite conocer el valor moral, y la libertad que es el poder de autodeterminarse con respecto a ese valor moral.

El hombre es responsable de sus actos y debe responder ante sí mismo y ante la sociedad e incluso de admitir su existencia ante Dios por ellos.

El concepto de responsabilidad es quizás el más profundo de la ética, porque nos da la dimensión moral del hombre, sentirse responsable de uno mismo y de los demás nos dice que es mejor que quien intenta evadir o excusar sus responsabilidades, pero existen circunstancias y factores que alteran y condicionan la responsabilidad en los actos morales, dichos factores se pueden dividir en psicológicos y sociológicos.

A)De carácter individual e interiores al sujeto los factores psicológicos que se destacan son:
los biopsíquicos que se refieren a fenómenos fisiológicos tales como presión arterial, integridad de los centros nerviosos, etc.
los psíquicos que se refieren a factores afectivos tales como sentimientos, emociones, pasiones, etc.
los que obstaculizan la libertad entre los que se destacan la ignorancia, la violencia, el miedo, etc.

B) Los condicionamientos Sociológicos proceden del marco social en el que vive el hombre, y entre ellos se destacan, la educación que transmite valores morales, la estructura básica del individuo o personalidad, el rol social, la clase social, y la cultura.
Un acto moralmente bueno se califica como un mérito, mientras que un acto moralmente malo comporta un demérito.
La sanción es la recompensa de los actos morales, sancionamos un mérito con un premio, y un demérito con un castigo.
 

  La Sanción

La finalidad de la sanción es conservar el orden moral, y se las califica como:
Naturales (por las consecuencias físicas)
Interiores (porque producen satisfacción o remordimiento)
Legales (porque las aplican según las normas de los códigos vigentes)
Sociales (porque dependen de la estimación o el desprecio de la sociedad)

Conciencia y Sentido Moral




Todo ser humano tiene conciencia de que hay algo que está bien o mal moralmente hablando, pues posee lo que llamamos sentido moral, por otro lado también existe la conciencia moral, que es la valoración sobre la moralidad de un acto concreto.
Si tomamos el término bueno, bien, en el sentido práctico, es aquello que mueve a la voluntad por medio de las representaciones de la razón, no a partir de causas subjetivas sino de modo objetivo, por razones válidas para todo ser racional como tal.
Para que un acto sea bueno deben ser buenos los tres factores fundamentales que los motivan, esos tres factores son:
-Objeto- contenido (lo que se hace, la materia del acto)
-Circunstancias- (factores o aspectos que determinan y precisan el objeto, el quien, el cuándo, el cómo, etc.).
-Fin- (Intención o motivo del acto, aquello para lo que se hace).
Basta con que uno de esos factores sea malo, para que todo el acto sea malo, ya que para los moralistas el fin bueno no justifica los medios malos.
La conciencia moral está integrada por un elemento intelectual, un elemento afectivo y un elemento volitivo, el intelecto o razón juzga, aprueba o desaprueba el acto, el elemento afectivo nos da respuesta sobre los sentimientos hacia ese acto, y el volitivo que tiene una tendencia natural al bien y que lo hace querer el bien moral.
Según Kant si el hombre fuera solo sensibilidad, sus acciones estarían determinadas por impulsos sensibles, si fuera únicamente racionalidad, serían determinadas por la razón.
Pero el hombre es al mismo tiempo sensibilidad y razón, y en esta posibilidad de elección consiste la libertad que hace de él un ser moral.
Podemos clasificar la conciencia moral como verdadera o errónea, en cierta, probable, dudosa, perpleja, justa, etc.
Hablamos de conciencia verdadera cuando puede dictaminar objetivamente lo que es bueno o malo y es errónea cuando no puede hacerlo, de conciencia cierta cuando el juicio moral es firme y seguro, de probable cuando existen otras alternativas, dudoso cuando el juicio moral se suspende ante la duda, perplejo cuando existen colisión de deberes y justo cuando se juzga de manera adecuada el acto moral.



Génesis de la conciencia



El hombre procura obrar con conciencia recta, ello supone auto-reflexión y consulta a los demás, para ir adquiriendo una conciencia formada y madura.
El problema se plantea cuando estamos en conciencia perpleja o en conciencia dudosa, como ya dijimos la conciencia perpleja supone un conflicto de deberes y tenemos que inclinarnos por el que nos parece más fuerte o imperioso, mientras que en la conciencia dudosa debemos descartar para salir de dudas y luego formar una conciencia moralmente cierta.
La conciencia como norma subjetiva, se apoya en los principios morales o en el sentido moral. 
 Los principios morales son expresiones de la ley moral natural.

La  ley Moral



Desde el punto de vista de un legislador, la ley es una norma dictada por quienes tienen a su cuidado la comunidad, para su ordenación racional y hacia el bien común.
Santo Tomas destacaba que la ley no es un mandato o voluntad del legislador, sino un mandato racional y bueno para el bien común, pues solo una ley emanada de una voluntad racional y buena es auténtica y puede obligar a la comunidad a cumplir con ella.
Las leyes morales se distinguen de las leyes positivas porque las primeras surgen en el hombre de forma natural e interna, mientras que las otras son promulgadas por el hombre en forma externa y pública.

Obrar bien y las Leyes Positivas

Leyes positivo-divinas (dictadas por Dios a los hombres Ej. : los diez mandamientos)
Leyes positivo-humanas (dictadas por los hombres entre las que se distinguen las:
a) leyes civiles; del estado y b) leyes eclesiásticas; de la iglesia).
Pero por encima de todas estas leyes, incluidas las leyes físico-naturales, hay quienes hablan de la ley eterna, del plan que Dios posee en su inteligencia y en su voluntad y que da un modo de ser y obrar propios a todos los seres de la naturaleza.
Quienes defienden la existencia de una ley moral natural, también sostienen que posee dos propiedades fundamentales que son la Universalidad y la Inmutabilidad.
La universalidad de la ley radica en que el hombre posee la misma naturaleza esencial, que es capaz de un pleno y armónico bien común, por lo que se opone al racismo y al nacionalismo.
La inmutabilidad radica en que la naturaleza esencial del hombre permanece invariable a través del tiempo y el espacio, que su conocimiento de los principios fundamentales de la ley moral es lo que verdaderamente es inmutable, y sometidos a un progreso moral del individuo y la sociedad extienden y profundizan su contenido en la evolución histórica, para ser más claros los principios existían y no se les aplicaban por Ej.: La esclavitud, la tortura, la dignidad de la mujer, etc.
La ley positivo-humana es una prolongación o concreción de la ley moral.
El hombre se vale y se apoya en ella para dotar de obligatoriedad la vida social.
Las características fundamentales de la ley positiva son:
Origen humano ( las formula, establece y aplican los hombres)
Historicidad (lleva una fecha precisa)
Vigencia limitada (rigen en un lugar y tiempo determinado
Caducidad (con el paso del tiempo pierden vigencia y se obliga a modificarlas o cambiarlas adecuándolas a la realidad social del momento)

Movimientos filosóficos y Obrar Bien como regla moral



Se puede afirmar que las leyes positivas surgen de la ley moral, del sentirse obligado a obrar bien, el problema es determinar ese bien.
Dentro de la filosofía se reconocen dos grandes grupos: Uno en el que los filósofos no admiten más fundamento de la moralidad que la propia conciencia. Y otro que sin contradecir ni desautorizar a los primeros consideran que las exigencias imperativas del hombre conducen al individuo a alcanzar la plena realización, el bien natural en todas sus posibilidades.
Dentro del primer grupo se destacan filósofos como Kant, Levy-Bruhl, Durkheim y Sartre.
Kant afirmaba que obrar por razones exteriores a la propia conciencia del deber o sea obrar por placer, por poder, por fama, etc., supone obrar con segundas intenciones; es decir un obrar que es más que inmoral, es amoral, impropio de la persona humana.
El obrar recto, propiamente moral es el que se realiza exclusivamente por respeto a la ley misma, siendo el respeto el único sentimiento moral.

Mientras la ley moral como hecho de razón no necesita fundamento que la justifique, nos demuestra que la libertad es no solo posible, sino real en los seres que reconocen la ley misma como obligatoria, (tú debes, luego tú puedes)
La moral auténticamente digna es una moral autónoma, en ella lo que cuenta no es lo que se hace sino como se hace, lo que cuenta es la intención de obrar bien.
Kant afirmaba que en el mundo nada hay de bueno o malo más que la buena o mala voluntad y resume todas las máximas morales en ésta:

“Obrar de tal forma que la máxima que rija tu acto pueda valer como un principio de legislación universal y necesario”
Aunque la ley moral brota de uno mismo, según Kant no significa que brote del yo empírico, individual y propenso al egoísmo, sino que brota de una zona más honda del yo, de lo que llamó la conciencia trascendental.
Por otro lado Levy-Bruhl y Durkheim sostienen que las leyes morales son meras convenciones establecidas por cada sociedad, no existe una moral única,universal e inmutable, porque según ellos no existe una naturaleza humana idéntica en todos los hombres.
Para ellos carece de sentido la crítica de cualquier moral, porque todas pueden ser relativamente verdaderas en la medida que sirven en la vida del grupo social en el que rigen; la reducen a una ciencia de las costumbres en la que no hay que buscar ningún fundamento metafísico.
El neopositivismo considera que los juicios o proposiciones morales que pretenden valorar la conducta humana carecen de sentido científico, enunciando solamente sentimientos, actitudes, emociones, deseos, etc., de los individuos que las formulan.
Sartre afirmaba que Dios no existe, y elabora la única moral que a su juicio es coherente con el ateísmo.
El hombre es lanzado al mundo sin ninguna esencia o naturaleza que lo caracterice desde el principio, con la pesada carga de hacerse libremente sin tener una ayuda orientadora.
Cada cual debe trazar su camino estableciendo para ello unas normas válidas sólo para él y comprometiéndose a seguirlas responsablemente.
El tratar de imponer nuestro criterio como el único acertado o bueno es según Sartre una actitud ridícula e hipócrita.
Dentro del segundo grupo encontramos múltiples morales que dependen de las diferentes concepciones antropológicas en que descansan, según sea la idea que los filósofos se forjen de la realidad humana (naturaleza, esencia o condición), así será la normativa moral que defenderán consecuentemente.
Para Aristóteles la felicidad no se identifica con el placer sino con el estado de perfección y reposo que acompaña al logro de nuestras tendencias naturales.
Admite en el hombre tendencias superiores a las del resto de los animales y pone el bien o fin supremo natural del hombre en el ser autosuficiente, omniperfecto que goza autocontemplandose.
Para él la culminación de las virtudes morales estaba en el orden que debe existir en esas tendencias naturales tanto en el plano individual como en el social.
Para Santo Tomas de Aquino la concepción Aristotélica del bien supremo se identifica con el Dios cristiano.
Obrar bien es seguir la propia conciencia cierta, que en último termino siendo ésta creada por Dios, debe obedecer la ley eterna o plan concebido por El.
Epicúreo partió de la evidencia de que todo animal se mueve por placer, y el hombre no escapa a aquella evidencia práctica, identificando el placer con el bien moral.
Según él, el hombre debe buscar el placer y la mejor técnica para conseguirlo.
Esto le llevó a elaborar su receta de la felicidad: eliminar los caprichos, los miedos infundados, limitarse a los deseos naturales o estrictamente fundamentales como los orgánicos, los anímicos y la amistad.
Saber renunciar al placer del momento para evitar consecuencias nefastas, aliviar los dolores recordando placeres del pasado o imaginando los futuros.
Con ésta técnica moral, el hombre conseguiría el máximo placer posible, un estado de sosiego interior que nadie podría arrebatarle.
Para Bentham identificar el bien moral con el placer es algo superficial, porque el bienestar exige muchas veces sacrificios y para él la norma ética suprema será conseguir la máxima felicidad para el mayor número de personas.
Para J.Stuart Mill lo que importa es la calidad del placer y la felicidad de los demás valorada en si misma y no en la repercusión que tendrá sobre el individuo en particular.
Nietzche nos habla de una moral nueva, más allá del bien y del mal.
Rompe con la tradición igualitaria, ensalza la voluntad del poder y la legítima y avasalladora vitalidad de los señores, aduciendo que los mejores o más fuertes tienen más derechos, se cree llamado a desenmascarar el engaño de la igualdad humana.
Al realizarse según él esta inversión de los valores, se facilitará el camino para que surja el super hombre, eliminando toda esperanza en un Dios que según él no existe.
Para Marx, el hombre es un ser que surgido de la naturaleza se ha ido constituyendo a sí mismo mediante la acción siempre realizada en comunidad.
Él aboga por una moral revolucionaria cuyo objetivo sea la abolición de situaciones degradantes y la desaparición de las luchas sociales.
La moral Marxista propugna la toma de conciencia de la igualdad del hombre, de su capacidad para crear un mundo justo y feliz, él no cree que la religión que según su opinión es el opio del pueblo, pueda con sus super-estructuras darles ese más allá feliz.
El liberalismo político sostiene que deben reducir la competencia del poder a las funciones de administración de justicia, defensa del territorio, educación, salud, etc., como una forma de promover el mejor estado de las cosas en la sociedad.

 Bibliografía

 Lógica y Filosofía  (Guillermo A. Obiols.)
 Introducción a la filosofía    (Luis Cuéllar Bassols  -J.M. Rovira Martinez)
 Apuntes sobre Ética Autónoma  (E.Kant) de “Cimentación para la metafísica de las costumbres”
Etica y Razón Práctica (E.Kant)
Critica a la Razón Pura (E.Kant)