domingo, 30 de mayo de 2010

El amor desde una perspectiva científica-LA TEORÍA TRIANGULAR DEL AMOR DE ROBERT J. STERNBERG.(Mª Paz Calatayud Arenes)

El amor desde una perspectiva científica
  LA TEORÍA TRIANGULAR DEL AMOR DE ROBERT J. STERNBERG.



(Extracto de "Las relaciones de amor a lo largo del ciclo vital: cambios generacionales" por
Mª Paz Calatayud Arenes)

En nuestra opinión, la teoría más ampliamente apoyada en la realidad y
contrastada por ella es la formulada por Robert J. Sternberg (Sternberg, 1989,
2000) conocido por sus postulados acerca de la inteligencia humana. 
Este investigador reconoce que su interés hacia el estudio del amor surgió desde su
investigación sobre la inteligencia (reflexionando sobre la afirmación de Freud
de que los dos órdenes principales de la vida son el trabajo y el amor).
En su acercamiento a las relaciones amorosas, Sternberg trató de aplicar los
conocimientos que poseía sobre la naturaleza de la inteligencia humana.

En este sentido, se concentró en la distinción del amor como algo importante, 
una experiencia emocionalmente cargada y altamente positiva que no puede ser
analizada (es decir, como una experiencia unitaria e indiferenciada que no
puede ser separable, concepción del amor comparable a la posición de
Spearman con respecto a la inteligencia), como un muestrario de lazos
superpuestos, un conjunto de sentimientos, pensamientos y deseos que, al ser
experimentados simultáneamente, dan como resultado una compleja
experiencia, o como un conjunto de factores primarios, un conjunto estable y
limitado de sentimientos, pensamientos y deseos que tienen aproximadamente
la misma importancia dentro del sentimiento total que describimos como amor
(imitando a la concepción de Thurstone acerca de la inteligencia).

Los estudios de Sternberg sobre el amor se basan en cuestionarios (incluyendo
las escalas de Rubin sobre gustar, amar y el compromiso interpersonal; Rubin,
1970, 1973) que aportan gran número de datos en un período relativamente
breve. 
Estos datos obtenidos son numéricos y, por tanto, susceptibles de análisis
estadístico y de interpretación psicológica (confiriendo a esta metodología de
estudio la categoría de ser la más aceptable, a pesar de todas sus limitaciones en
cuanto a la sinceridad del encuestado o a su capacidad para expresar sus
sentimientos). 
Sobre el análisis de los resultados obtenidos, como expondremos
seguidamente, el amor podría definirse como un sentimiento global que puede
ser descompuesto en múltiples factores integrados, contribuyendo siempre
estos factores simultáneamente al sentimiento global (Sternberg, 1989, 2000).
Consideramos necesario indicar que los estudios de Sternberg se han
centrado en el amor heterosexual, dado que la inmensa mayoría de los sujetos
que han participado en sus investigaciones se declaraban heterosexuales y
mantenían relaciones amorosas de este tipo (no habiéndose generalizado sus
resultados al amor homosexual, por carecer de datos que lo confirmen o
desmientan).
Con respecto a la naturaleza del amor, Sternberg dilucida la estructura de
éste utilizando la técnica del análisis factorial, encontrando un factor general
específico para todas las relaciones amorosas, al que denomina comunicación
interpersonal, intercambio y apoyo (Sternberg, 1989, 2000). 
Ese factor general podía diferenciarse en conjuntos importantes,
tales como compatibilidad, intercambio, apoyo mutuo y crecimiento personal
Así pues, aunque el amor pueda ser sentido como una sola cosa, no lo es. 
Cuando uno experimenta amor, experimenta un gran conjunto de sentimientos, 
deseos y pensamientos que, en su totalidad, conducen a que la persona
llegue a la conclusión de que ama a alguien. 
Consecuentemente, los datos se correspondían más con el modelo de
Thomson que con el de Spearman y Thurstone (Sternberg, 1989, 2000).
Profundizando en sus investigaciones, Sternberg postula la existencia de
tres componentes en el amor: intimidad, pasión y compromiso 
(demostrándose que, muchos de los restantes aspectos del amor, 
al ser examinados detenidamente, son parte o manifestación de estos tres componentes). 
Podemos afirmar que estos ingredientes del amor se encuentran, 
generalmente, más allá de la época y del lugar 
(es decir, que, si bien no tienen el mismo peso en todas
las culturas, tienen al menos algún peso, manifestándose claramente en
cualquier época o lugar).
Con el término intimidad, Sternberg se refiere a aquellos sentimientos
dentro de una relación que promueven el acercamiento, el vínculo y la
conexión. Es decir, a las sensaciones que incluyen, al menos, estos diez
elementos:
- Deseo de promover el bienestar de la persona amada. El amante busca a
su pareja y procura promover su bienestar. Uno puede promover el
bienestar del otro a expensas de él mismo, pero con la expectativa de que
el otro actúe de igual forma cuando llegue el momento.
- Sentimiento de felicidad junto a la persona amada. El amante disfruta
estando junto a su pareja. Cuando hacen cosas juntos, lo pasan bien y
construyen un cúmulo de recuerdos con los que pueden contar en
tiempos difíciles. Más adelante, los buenos tiempos compartidos
inundarán la relación y la mejorarán.
- Gran respeto por el ser amado. El amante estima y respeta a su pareja.
Aunque el amante puede reconocer defectos en su pareja, esto no
disminuye la alta estima que le tiene.
- Capacidad de contar con la persona amada en momentos de necesidad.
El amante siente que su pareja está presente cuando la necesita. En
tiempos difíciles, el amante puede recurrir a su pareja y esperar que ésta
acuda.
- Entendimiento mutuo con la persona amada. Los amantes se entienden
mutuamente. Conocen sus puntos fuertes y débiles, y cómo responder al
otro de un modo que demuestre una genuina simpatía por los estados
emocionales de la persona amada. Cada uno sabe “de dónde viene” el
otro.
- Entrega de uno mismo y de sus posesiones a la persona amada. Uno
desea entregarse, y entregar su tiempo y sus posesiones a la persona
amada. Aunque no todas las cosas necesitan ser propiedad de ambos, 
los amantes comparten sus posesiones cuando surge la necesidad. Y, lo que
es más importante, se comparten ellos mismos.
- Recepción de apoyo emocional por parte de la persona amada. El amante
se siente apoyado y hasta renovado por la persona amada, especialmente
en momentos de necesidad.
- Entrega de apoyo emocional a la persona amada. El amante apoya a la
persona amada empatizando con ella, y apoyándola en momentos de
necesidad.
- Comunicación íntima con la persona amada. El amante es capaz de
comunicarse profunda y honestamente con la persona amada
compartiendo los sentimientos más íntimos.
- Valoración de la persona amada. El amante siente la gran importancia de
su pareja en el esquema de su vida.
Estos sentimientos no se experimentan de forma independiente, sino como
una sensación global (considerándose una cantidad suficiente de ella en función
de cada persona y situación).
La intimidad es un fundamento del amor que se desarrolla lentamente y
que es difícil lograr. Además, una vez que comienza a afirmarse, puede
comenzar a disminuir debido a la amenaza que constituye para la persona ver
mermada su independencia y autonomía
Así pues, el balance entre la intimidad y la autonomía es imprescindible 
en una relación amorosa exitosa.

Como pasión, Sternberg define el estado intenso de unión con el otro,
manifestado con la expresión de deseos y necesidades (como la necesidad de
autoestima, entrega, pertenencia, sumisión y satisfacción sexual).
La pasión tiende a interactuar fuertemente con la intimidad, y ambas suelen alimentarse
entre sí (pueden despertarse la una a la otra).
 Sin embargo, a veces se oponen,como es el caso de las relaciones que buscan 
mera satisfacción sexual.

Finalmente, Sternberg considera a la decisión y el compromiso como el
componente que mantiene la relación amorosa a través de los períodos difíciles,
dando confianza para volver a otros mejores. 
Consiste en dos aspectos, uno a corto plazo 
(la decisión de amar a una persona) y otro a largo plazo 
(el compromiso por mantener ese amor). Estos dos aspectos no necesariamente
tienen lugar simultáneamente, aunque, tanto temporal como lógicamente, la
decisión suele preceder al compromiso.

La decisión y el compromiso interactúan con la intimidad y la pasión,
pudiendo surgir de la combinación de ambos o viceversa (surgir la relación
íntima y el despertar pasional del compromiso). 
En este sentido, se considera muy relevante la visión que posee cada miembro 
de la pareja acerca de lo que significa acoplarse a alguien hasta concluir o alcanzar un objetivo, 
visiones que pueden no ser expresadas jamás y que, sin embargo, 
constituyen la base de gran parte de los problemas de las relaciones contemporáneas.
Según los postulados de Sternberg, cada uno de los componentes del amor
muestran diferentes propiedades. 
Así, mientras la intimidad y el compromiso tienden a ser estables, 
la pasión tiende a ser inestable y puede fluctuar de forma
imprevisible (Sternberg, 1989, 2000). 
En este sentido, podemos considerar que tenemos cierto grado 
de control consciente sobre nuestros sentimientos íntimos
(si somos conscientes de ellos), y un alto grado de control sobre el compromiso
que invertimos en la relación, pero poco control sobre la fuerza del despertar
pasional.  
Además, somos conscientes de la pasión que experimentamos, pero la
conciencia respecto de los componentes de intimidad y decisión-compromiso
puede ser altamente variable. 
Siguiendo con estas distinciones, la pasión depende en gran medida 
de la vinculación psicofisiológica, mientras que la
decisión-compromiso implica poca respuesta psicofisiológica, y la intimidad
requiere una cantidad intermedia.
De toda su reflexión, puede inferirse que la pasión juega un gran papel en
relaciones de corta duración (especialmente, románticas), mientras que la
intimidad sólo desempeña un papel moderado, y la decisión-compromiso
puede ser indiferente.
Por el contrario, en una relación de larga duración, la
intimidad y la decisión-compromiso se revelan como muy importantes, jugando
la pasión un papel moderado que puede declinar a través del tiempo
(Sternberg, 1989, 2000).
Estos son los presupuestos que hemos intentado contrastar en nuestra
investigación sobre el desarrollo del amor a lo largo de la vida.

jueves, 27 de mayo de 2010

La enfermedad de disfrazar la verdad: MITOMANIA (Dr.Dante Poles)

MITOMANÍA
La enfermedad de disfrazar la verdad
(Dr.Dante Poles) 


La palabra mitomanía la comenzó a utilizar el profesor francés Ernest Dupré, alrededor del 1900, viene del griego “mythos” (mentira) y “manía” (compulsión); es un trastorno psicológico que consiste en mentir de forma patológica, falseando la realidad.
Cuando alguien tiene un impulso por mentir que no se puede frenar es un síntoma de que algo no anda bien en su desarrollo síquico. 
La mitomanía no es una enfermedad en sí misma, sino que corresponde a un conjunto de síntomas que pueden presentarse en diversas enfermedades síquicas, particularmente en trastornos de personalidad.
Los mitómanos mienten para construir una mejor imagen de sí mismos frente a la sociedad, sus amigos o para conseguir lo que desean sin importar cuál sea el objetivo.
“El mitómano recurre a esta conducta continuamente sin pensar en las consecuencias, con tal de maquillar la realidad que considera inaceptable. Sabe que miente, pero por repetición, eventualmente termina creyendo sus propias mentiras y es entonces cuando la línea entre la realidad y la fantasía se torna borrosa.
Vive en un mundo irreal y utiliza la mentira para conseguir lo que quiere, miente para construir una mejor imagen de sí mismo frente a la sociedad y la mentira se convierte en algo cotidiano que no puede evitar”.

Los mitómanos

"Tienen una serie de características que los distinguen, como por ejemplo, que es una persona convincente, manipuladora y su discurso suele ser verosímil, tiene talento histriónico y sabe actuar, no acepta fácilmente su problema, algunos tartamudean, cambian de tema constantemente y dicen diferentes versiones del mismo tema en diferentes ocasiones y a diferentes personas", explica Simó.
Además, en su discurso se mezclan indistintamente retazos de verdad con fantasías, aunque son más o menos creíbles: suelen mentir sobre su vida, su trabajo, su salud, historial médico, edad, la profesión de los padres y un sinnúmero de cosas que en realidad no deberían ser maquilladas para ser contadas.
Sin embargo, la mitomanía no es inofensiva: tiene muchos efectos en el plano social: se pierde credibilidad y prestigio social.
“El mitómano es la persona a quien todos catalogan como ‘el cuenta cuentos’.
A nivel familiar es visto como poco fiable y termina por perder familiares y amigos”.
Lo que diferencia al mitómano de una persona mentirosa es que el mentiroso inventa mentiras para defenderse o protegerse, es decir, con una finalidad, pero en el mitómano prevalece el carácter compulsivo de la mentira y sin una fuente de motivación,afirma Simó. “Es como una tendencia morbosa de desfigurar la realidad; imagina y siente cosas que no suceden realmente”.
Los mitómanos también se diferencian de los psicóticos porque si bien se dejan llevar por sus fantasías, mantienen un juicio de la realidad suficiente como para darse cuenta de que están mintiendo.
Es casi imposible que quien padece de mitomanía busque ayuda; generalmente es llevado a consulta por otras personas o acude a terapia por otras razones, pero mientras no se someta a una terapia, la mentira dominará su vida. Si acude a un especialista puede superar este problema y vivir en la realidad.
Niños mentirosos

Las mentiras o las alteraciones de la realidad no tienen la misma connotación en niños que en adultos. 
En la infancia la mentira no tiene juicio ético debido a la inmadurez del desarrollo cognitivo y emocional, ya que el razonamiento de los niños no está totalmente definido, sino hasta más o menos los diez años.
Pero si las mentiras son muy frecuentes hay que preocuparse, pero es indudable que todas las mentiras de los niños hay que corregirlas y no estimularlas.
Los niños viven una fantasía que no puede catalogarse como mentira y mucho menos mitomanía. 
Cuando un niño plantea que tiene un amigo imaginario, él cree que existe y por lo tanto no está mintiendo. 
En este caso hay una imaginación exacerbada que no es mitomanía, ya que se presenta en el contexto de la evolución cognitiva de la persona. 
El concepto mitomanía sólo se reserva a la mentira compulsiva
Es importante poder confrontar al niño para hacerle ver que la mentira no es buena.
Aún no hay una única razón que la origine, pero sí se puede hablar de posibles causas:
1. Personas que sufren de un trastorno de personalidad hipertímica, es decir personas con un ánimo muy elevado, alegres, superficiales, frívolas, que carecen de perseverancia y responsabilidad.
2. La insatisfacción o necesidad imperiosa de aprobación, admiración y afecto.

3. Las conductas ambivalentes: familias que simulan una posición social que no tienen, matrimonios que fingen un vínculo inexistente o padres que sostienen en secreto una doble familia pueden estimular a la mitomanía en sus hijos.
4. La baja autoestima: los mitómanos son personas que no se aceptan como son.
5. También puede interferir la genética, en el sentido de que se puede heredar.

La mentira patológica o mitomanía es una patología

Ahora bien, quien padece de mitomanía, o pseudología fantástica, o mentira patológica o compulsiva, o fabulación y también llamado síndrome de Münchausen cuando miente lo hace porque sencillamente necesita hacerlo, sin un beneficio secundario (como en el caso del engaño o estafa), sino buscando falsear la realidad, su realidad, desdibujando su vida de modo que ésta se le muestre disfrazada de un halo de fantasía y superioridad que le permita así aceptarla pues su realidad así como su historia no es aceptada de ningún modo por lo que siente la real e imperiosa necesidad de mentir acerca de todo o casi todo en su vida, respondiendo a lo que siente como una verdadera compulsión a mentir. 
Al ser un trastorno de la personalidad, sino que siente y desde niño o adolescente por circunstancias de su propia vida e historia la necesidad de desdibujar esa realidad que no le cierra, que no le gusta, que le hace sufrir, por la cual se siente diferente e inferior a los demás, y ante ello sucumbe agrandándola, contando hechos y circunstancias fantasiosos y engrandeciéndolos siempre de modo de mitigar el dolor y la frustración que le produce el sentirse menor, diferente y cualitativamente inferior a otros, esto puede ser tanto en lo físico, como en la historia familiar, como en el entorno social, como en el estatus económico.
“La mentira patológica se refiere a aquella mentira que es compulsiva o impulsiva, y aparece con cierta regularidad” (Dr. Juan Luis Figuerido Poulain, psiquiatra.) se está ante la necesidad imperiosa, impulsiva y compulsiva de mentir en forma regular y cotidiana."
Fue Ernest Dupré quien por el 1900 quien comienza a hablar de la “mitomanía” a la cual califica como una “tendencia constitucional de ciertos sujetos a falsear la verdad, a mentir, a forjar fábulas imaginarias”.
A veces no es fácil darse cuenta de que el mitómano miente, y para ello es necesario conocer a la persona, al menos hasta un cierto grado y también la repetición de la conducta de éste individuo pues es necesario cotejar su discurso con la realidad que vive o en la que se mueve, como así también su historia personal vital. 

Pues el mitómano miente sobre su historia de vida, sobre sus orígenes, sobre su realidad actual, sobre su patrimonio, sobre su familia, sobre los logros de éstos como de sí mismo, sobre su profesión, sobre sus éxitos. Y como va valiéndose de algunos datos de su realidad, tanto presente como pasados y los adorna y ensalza engrandeciéndolos, es tal la maraña de sus fantasías que sólo como resultado de conocerlo, de estar en contacto con él, de cotejar la realidad con lo que es su discurso que puede llegarse a dar cuenta sólo aquél que está cerca del mentiroso patológico, que éste miente. 
Éste enfermo, puede tomar conciencia de que lo está, del modo en que arruina su vida y la de sus seres queridos, a través de un tratamiento psicológico para modificar su conducta, y todo aquello que se presenta en el origen de su necesidad de falsear la realidad.
El mitómano comienza con sus mentiras pequeñas, y hasta podrían llamárselas como sin importancia, hasta que va sintiendo, al acentuarse ésta conducta, que necesita engrandecer más las mismas, que las pequeñas mentiras ya no le sirven, sino que tiene que cambiarlas o sumarle más elementos y dotarlos de todo lo imaginable para hacerlas cada vez más a sus ojos importantes pues para él es esto lo que le permite aceptarse a sí mismo y así también cree que al ser los hechos y circunstancias sobre los que fantasea más importantes, es mayor la aceptación en ese medio en el que las manifiesta.

El mitómano no puede dejar de mentir.

Comienza así una debacle en la cual va perdiendo todo lo que en algún momento se forjó o tuvo como familia de origen, el aprecio de ellos, esposa o esposo, el respeto de sus hijos, trabajo, posición económica, respeto en cuanto a sus pares, etc. 
El mentiroso patológico miente y cuando lo hace sabe que miente, y lo hace tanto y tan continuamente que al repetir e ir envolviendo en una maraña cada vez más compleja sus dichos y desvirtuaciones de su propia realidad, a pesar de que sabe que miente él llega a sentir que estas forman parte de la realidad, pues ha traspuesto el límite entre la realidad y la fantasía de modo que ésta realidad se llega a confundir con lo que corresponde a su fantasía y por ello a su deseo de que forme ésta parte de su vida realmente tal y como fue la fantasía que nace y precisamente porque su realidad no le conforma y le hace sufrir.

La Mentira Patológica es una enfermedad psicológica, el enfermo que la sufre lamentablemente no siente que está enfermo sino hasta que por sus consecuencias sufre, pues como sus mentiras nacen de una necesidad interior de ser mejor, superior, o igual a quienes sienten de éste modo, al desvirtuar la realidad siente que ésta se presenta con la importancia como la siente y ve en otros a quienes admira y se quiere parecer. 

Cree alcanzar éste estatus a través de sus mentiras, de modo que éstas comienzan como algo que no produce daño, que es inofensivo, pero sin duda es una enfermedad psíquica que lo lleva a desconectarse con su realidad y con su vida; deberá tratarse psicológicamente para luego volver a ésta, aceptarla y desde su real posibilidad tratar de alcanzar sus metas, y sus logros desde un trabajo personal que lo lleve a lograr aquello que desea y no desde sus sueños y fantasías que sólo están en su mente.

(Autor: Dr. Dante Poles
 Cinco Saltos, Río Negro, Argentina.)

lunes, 24 de mayo de 2010

¿Cómo distinguir entre una crisis y el final de una relación?

¿Cómo distinguir entre una crisis y el final de una relación?


El amor no impide las crisis, pero sí puede convertirse en el principal elemento de apoyo, para buscarles una solución.

Del modo en que se superen los problemas dependerá que una pareja, refiriéndose a una etapa conflictiva, hable de una crisis más o la perciba como lo que fue el principio del fin.

La manera en que cada miembro de la pareja afronta ese periodo de problemas obedece a factores como la madurez emocional, la habilidad para gestionar los conflictos, la duración de la relación, las redes de que disponga o el momento personal en que se encuentre.

Miedo al cambio

 

No hay criterios fijos a los que recurrir determinar si una relación toca ya su fin.

Además, cuanto más duradera haya sido esa unión y cuando la ruptura afecte a más personas -los hijos son el argumento que muchas personas esgrimen para seguir conviviendo, a pesar de la crisis-, más difícil se hará tomar la decisión de romper. 

Podría decirse que el momento en el que una relación deja de aportar a los miembros de la pareja ese conjunto de elementos que la propició -afectividad y emoción, seguridad, disfrute sexual...-, se alcanza el punto de inflexión en el que se debe producir el cambio.

Reconocer si se está atravesando una época con dificultades graves o si estamos ante el principio del fin de la relación, deviene una tarea ardua para los miembros de la pareja, ya que inmersos en un sinfín de emociones, sentimientos y sensaciones, resulta difícil serenarse lo suficiente para hacer una reflexión tranquila que los conduzca a esclarecer en qué punto de la relación se encuentran. 

No es extraño que se produzcan autoengaños, más o menos conscientes, que surgen como resistencia al cambio, bien sea para replantearse la pareja y seguir adelante con cambios, bien para iniciar definitivamente una separación.

¿Simple crisis o separación?

En función del modo en que se afronte una crisis, de cómo se comporten los miembros de la pareja ante esa etapa, la unión saldrá reforzada o será la primera fase del fin.

Es decir, ante una fase conflictiva de la pareja la pregunta no es "¿es esto el fin?", sino "¿quiero que sea el fin?, ¿me interesa seguir con el compromiso que supone esta relación?". En definitiva, una mala racha será sólo una crisis si es superada, pero se convertirá en una separación si la unión acaba. 
La respuesta a algunas preguntas puede brindarnos pistas que nos ayudarán a tomar una decisión en esa difícil coyuntura: ¿Le amo? ¿Miramos juntos en la misma dirección, tenemos la misma meta? ¿Siento profundo interés por la otra persona? ¿La deseo? ¿Tengo confianza total en el otro? ¿y en la propia relación? ¿Reflexiono y me comprometo para ver qué puedo aportar a la otra persona y a nuestra relación para mejorarla?

En fase de crisis nuestro estado emocional se altera; por ello, tengamos presente el alcance de las decisiones, sobre todo si se opta por terminar con la relación.

No se separan dos personas, sino a veces una familia con hijos, todo un entramado de relaciones y amigos, de dependencias económicas, por lo que si la pareja se encuentra con frenos que impiden que la reflexión prospere, es conveniente acudir a un o una especialista en temas de pareja, que desbloquee la situación y habilite espacios para que la reflexión reúna las garantías deseables.

Introducirá equilibrio y establecerá un protocolo para ayudar a la pareja a decidir mejor.

Para fortalecer la pareja

Debemos utilizar o desarrollar estas habilidades:
  • Aceptar que nuestra vida es enteramente responsabilidad nuestra. No esperemos que el otro miembro de la pareja nos haga feliz. Nuestra felicidad depende, sobre todo, de nosotros mismos. No nos engañemos.
  • Saber que no tenemos que resolver la vida de la otra persona, buscándole soluciones, dándole consejos y marcándole las pautas de cómo debe vivir su vida.
  • Aprender a escuchar. Para ello debemos dejar lo que estamos haciendo, vaciarnos de otros pensamientos que distraigan nuestra atención e intentar colocarnos en su lugar para entender cómo se siente.
  • Aprender a dialogar. Nuestra opinión, forma de entender y de aprehender la realidad no son la verdad absoluta, sino sólo la nuestra.
  • Aprender a consensuar. Lo mío y lo tuyo han de ser tenidos en cuenta y debatidos para poder llegar a definir "lo nuestro".
  • Aprender a compartir. Darse el uno al otro: preguntar cómo se encuentra, qué le incomoda, qué quiere y desea.
  • Aprender a pedir. Mostrar nuestra vulnerabilidad es la mejor muestra de amor, ya que no se la enseñamos a cualquiera.
  • Dedicar tiempo específico para la pareja.
  • Compartir hobbies, tiempos lúdicos, fantasías e ilusiones, al igual que acompañar en los momentos tristes, duros y penosos.
  • Compartir la economía. Forma parte de la relación de pareja.
  • Aprender a utilizar los conflictos y las crisis, para aprender más de nosotros mismos, ver qué necesitamos y cuál es el dolor que suscitamos en nuestra pareja. Que sean trampolín de desarrollo y no de estancamiento que no lleva a ninguna parte. Hablemos cuanto sea necesario, para que el problema no quede enquistado. No hay mayor desastre que el silencio.
  • Mimar con orgullo a la pareja. El sexo, las caricias y el "te quiero" han de decirse, hay que explicitarlos. No valen los sobreentendidos.

Para desdramatizar una separación...

  • Se rompe la pareja, no toda nuestra vida personal.
  • Es un momento para afrontar cambios y riesgos, que nos alteran y convulsionan. Resulta recomendable pedir ayuda a personas competentes (amigas o profesionales), que -de forma incondicional- nos escuchen y acompañen en este trayecto, que puede (o no) ser duro.
  • Es una etapa de la vida que pasará, a la que seguirá otra u otras. No hay que aferrarse al pasado: eso significaría parar nuestra vida, y queda mucha por delante.
  • Como toda pérdida, tendrá sus fases: lloro, desconsuelo, incredulidad de que nos haya podido pasar, furia y rabia, necesidad de buscar culpables... Es normal que nos pase algo de esto, y así debemos asumirlo.
  • No todo es negativo. Podemos reflexionar (sin obsesionarnos) sobre lo perdido. Pero es mejor buscar lo positivo, lo que mejora en nuestra vida con la separación.
  • Hagamos balance autocrítico: cómo fue la relación, en qué fallamos nosotros... Así aprenderemos y evitaremos cometer esos errores en el futuro.
  • Hay que guardar lo bueno para, apoyándonos en ello, seguir adelante sin ira y cerrar capítulo. Pero sobre todo para poder abrir nuevo capítulo.
(Fuente: Revista Consumer Eroski)

    domingo, 23 de mayo de 2010

    El pensamiento de Osho sobre EMOCIONES LIBRES DEL MIEDO, LOS CELOS Y LA IRA "¿Qué Son Los Celos Y Porque Duelen Tanto? "



    EMOCIONES LIBRES DEL MIEDO, LOS CELOS Y LA IRA 
    (OSHO)


    ¿Qué Son Los Celos Y Porque Duelen Tanto?


    Hay personas que poseen la característica innata de saber expresarse a través de la palabra hablada, virtuosos de la elocuencia, que saben transmitir un mensaje claro, y que luego al ser transcripto, se convierte en textos de consulta, con los cuales en la mayoría de las veces se encuentra coincidencia,cuando se quiere expresar una opinión,ó establecer una reflexión sobre un tema concreto.
    Osho, es para mí, exactamente éso.
    Hay quien cree que los filósofos son charlatanes,pero ¿que sería de los métodos científicos sin la dialéctica?
    Disiento con muchas de las obras escritas de Osho  y con algunas de sus ideas,pero rescato, la claridad con que se explaya sobre algunos temas sobre la condición humana (salvando la distancia de la traducción)y su modo, a veces metafórico y en ocasiones muy directo.
    Este fragmento me resulta uno de los más logrados,tocante al tema que aborda.
    De fácil comprensión,directo y al punto.
    Espero que disfruten su lectura y que logren captar la intención del discurso.
    Hasta la próxima




    ¿Qué Son Los Celos Y Porque Duelen Tanto?

    Los celos son comparación.
     Y nos han enseñado a comparar, nos han condicionado a com­parar, siempre comparar.
    Alguien tiene una casa mejor, un cuerpo más boni­to, más dinero, una personalidad más carismáti­ca.
    Comparar.
    Comparad a cualquiera que pase junto a vosotros, y el resultado que obtendréis será de grandes celos; es la consecuencia del condicionamiento para la comparación.Si dejáis de comparar, los celos se desvanecen.
    Entonces simplemente sabéis que sois vosotros, no sois otra persona, algo para lo que no hay nece­sidad.
    Es bueno que no os comparéis con los árboles, de lo contrarío empezaríais a sentiros muy celosos: ¿por que no sois verdes?
    ¿Por qué Dios ha sido tan duro y no os ha dado flores?
    Es mejor que no os comparéis con los pájaros, con los ríos, con las montañas: en ese caso sufriríais.
    Solo os comparáis con los seres humanos, por­que habéis sido condicionados a compararos úni­camente con los seres humanos; no os comparáis con los pavos reales ni con los loros.

    Pues en ese caso vuestros celos no dejarían de crecer, os abrumarían tanto que ni siquiera seríais capaces de vivir.
    La comparación es una actitud muy necia, porque cada persona es única e incomparable.
    Una vez hayáis entendido esto, los celos desapa­recen.
    Cada uno es único e incomparable.
    Vosotros simplemente sois vosotros, nadie ha sido jamás como vosotros, y nadie lo será nunca.
    Y tampoco necesitáis ser como otra persona.
    Dios solo crea originales; Él no cree en fotocopias.
    El sexo crea celos, pero es una cosa secun­daria.
    De modo que no se trata de cómo librarse de los ce­los, no podéis libraros de ellos porque no podéis dejar el sexo.  
    La cuestión es cómo transformar el sexo en amor, entonces los celos desaparecen.
    Si amáis a una persona, el mismo amor es suficiente garantía, suficiente seguridad. Si amáis a una per­sona, sabéis que no puede ir junto a otra.
    Y si lo hace, pues lo ha hecho; no se puede impedir
    ¿Qué podéis hacer?
    Podéis matar a esa persona, pe­ro una persona muerta será de poco uso.
    Cuando amáis a una persona, confiáis en que no puede irse con cualquiera.
    Si lo hace, no hay amor y no se puede remediar.
    El amor aporta esta comprensión.
    No hay celos
    De modo que si se presentan los celos, sabed bien que no hay amor.
    Estáis en un juego, ocultáis el sexo detrás del amor.El amor es una palabra pintada, la realidad es el sexo.
    La sociedad ha explotado al individuo de tantas maneras que casi resulta imposible de creer.
    Ha creado artimañas tan inteligentes y astutos que es casi imposible incluso detectar que se trata de artimañas.
    Estas artimañas están para explotar al individuo, para destruir su integridad, para arrebatarle todo lo que tiene... sin siquiera despertar una sospecha en él, ni una duda sobre lo que le están haciendo.
    Los celos son una de esas artimañas tremendamente poderosas.
    Desde la misma infancia toda sociedad, toda cultu­ra, toda religión nos enseña a todos a comparar.
    Los celos son uno de los más grandes artilu­gios.
    Analizadlos detenidamente: ¿qué significan?
    Vivir en comparación.



    Alguien está por encima de vosotros, alguien está por debajo.
    Siempre os encontráis en el escalón intermedio de la escalera.
    Quizá la escalera sea un círculo, ya que nadie le en­cuentra fin.
    Todo el mundo está atrapado en alguna parte en el medio.
    La escalera parece ser una rueda.
    Alguien está por encima de vosotros... eso duele.
    Eso os mantiene luchando, afanándoos, tratando de avanzar por todos los medios, porque si tenéis éxito, a nadie le importa si habéis triunfado de un modo bueno o malo. El éxito demuestra que tenéis razón; el fracaso demuestra que estabais equivocados.
    Lo único que importa es el éxito, así que cualquier medio servirá.
    El fin hace que los medios sean los correctos. De modo que no debéis preocuparos por los me­dios... nadie lo hace.
    Lo único que importa es subir en la escalera.
    Pero jamás alcanzáis su fin.
    Y quienquiera que esté encima de vosotros os crea celos, ya que esa persona habrá triunfado y vosotros habréis fracasado.
    Las conclusiones a priori os hacen cre­yentes, no científicos.
    Cuando os digo que meditéis en ello, quiero decir que miréis.
    Sed un científico en vuestro mundo interior.
    Dejad que la mente sea vuestro laboratorio, y ob­servad... sin condena, recordadlo.
    No digáis: «Los celos están mal». ¿Quién lo sabe?No digáis: «La ira está mal». ¿Quién lo sabe?
    Sí, lo habéis oído, os lo han contado, pero eso es lo que dicen los demás, no es vuestra experiencia.
    Y tenéis que ser muy existenciales, experimentales: a menos que vuestro experimento lo demuestre, no debéis decir sí o no a nada.
    Debéis ser absolutamente imparciales
    Y entonces observar los celos, o la ira o el sexo es un milagro.
    ¿Qué pasa cuando observáis sin emitir ningún juicio?
    Empezáis a ver la verdad.
    Los celos se vuelven transparentes: veis su estupidez, veis su necedad
    No es que ya habéis decidido que es estúpido; si lo habéis lecho, no habéis entendido nada.
    Recordadlo: no digo que decidáis que son estúpi­dos, que son una necedad.
    Si lo decidís, no lo entendéis.
    Simplemente continuad sin ninguna decisión.
    ¿Qué son estos celos?
    ¿Qué es esta energía llamada celos? Y observadla como observáis una rosa... mirad en su interior. Cuando no hay conclusión, vuestros ojos están claros; la claridad sólo la consiguen aquellos que no tienen conclusiones. Observad, mirad en su interior y se volverán transparentes, y llegareis a saber que son estúpidos. Y conociendo su estupidez, se caen por si solos. No necesitáis libraros de ellos.
    Ni siquiera podéis ver a la otra persona sien­do feliz con alguien por un minuto... pensáis que ¡podéis morir por la otra persona!
    Intentad ver lo que realmente hay en vosotros para la otra persona ... y los celos desaparecerán.
    En la mayoría de los casos con los celos, vuestro amor también desaparecerá.
    Pero es bueno, porque ¿qué sentido hay en sentir un amor que está lleno de celos, que no es amor?
    Si los celos desaparecen y, el amor permanece, en­tonces tenéis algo sólido en la vida que vale la pena.
    Los celos son una de las áreas más frecuentes de la ignorancia psicológica sobre vosotros mismos, sobre los demás y más específicamente so­bre las relaciones.
    La gente cree que sabe lo que es el amor, y no lo sabe
    Y su malentendido crea celos.
    Por «amor» se refiere a una cierta clase de monopo­lio, de ganas de poseer sin comprender una simple verdad de la vida: que en cuanto poseéis a un ser humano, lo habéis matado.La vida no se puede poseer.
    No podéis tenerla en vuestro puño.
    Si queréis tenerla, debéis mantener las manos abiertas.

    ¿Qué os pone Celosos?
     
    Los celos en sí mismos no son la raíz.
    Amáis a una mujer, amáis a un hombre; queréis po­seerlos solo por miedo a que mañana puedan irse con alguna otra persona.
    El miedo al mañana destruye vuestro hoy, y es un círculo vicioso.
    Si cada día es destruido por el miedo al mañana, tarde o temprano el hombre va a ponerse a bus­car a otra mujer porque os convertís en un incor­dio, y cuando lo haga o decida irse a vivir con otra mujer, pensaréis que vuestros celos han de­mostrado tener razón.
    De hecho, son vuestros celos los que han creado toda la situación.
    Así que lo primero que hay que recordar es: no os preocupéis por el mañana; el hoy es sufi­ciente.
    Alguien os ama... dejad que sea un día de júbilo, de celebración.
    Estad tan enamorados hoy que vuestra totalidad y amor bastarán para que el hombre no se aleje de vosotras.
    Vuestros celos lo alejarán; solo vuestro amor puede retenerlo a vuestro lado.
    Sus celos os alejarán; su amor puede reteneros con él.
    No penséis en el mañana. 
    En cuanto penséis en ma­ñana vuestro hoy vivo permanece a medias.
    Simplemente vivid el hoy y olvidaos del mañana, que seguirá su propio curso. 
    Y recordad una co­sa, que si el hoy ha sido una experiencia tan be­lla, una gran bendición... del hoy nace el maña­na, así que ¿por qué preocuparos?
    Si algún día el hombre al que habéis amado, la mujer a la que habéis amado, encuentra a otra persona... es simplemente humano ser feliz, pe­ro vuestra mujer es feliz con otro...
    Da igual que sea feliz con vosotros o con otro, es feliz.
    Y si la amáis tanto, ¿cómo podéis destruir su feli­cidad?
    Un amor verdadero siempre será feliz si la pareja se siente jubilosa con otra persona. 
    En esa situa­ción, cuando una mujer está con otro, y vosotros seguís siendo felices y le estáis agradecido y le decís a ella:
    «Tienes libertad absoluta; sé totalmente feliz, esa es mi felicidad. 
    No importa con quién seas feliz, lo que importa es tu felicidad», creo que no podrá permanecer mucho tiempo lejos de vosotros, re­gresará.
    ¿Quién puede abandonar a semejante hombre o mujer?
    Vuestros celos lo destruyen todo.
    Vuestro anhelo de posesión lo destruye todo.
    Se trata de un problema universal, y no pue­de solucionarse, solo se puede trascender.
    La gente intenta solucionarlo. Crea más problemas; eso es lo que se está haciendo en todo el mundo.
    Estos problemas “los celos, la posesión”, en realidad no son problemas, sino síntomas, sínto­mas de que aún no sabéis lo que es el amor.
    Damos por hecho que sabernos lo que es el amor, y que entonces es cuando surge el problema de los celos. 

    No es así. 
    El problema surge porque el amor todavía no está presente, sencillamente muestra que el amor aún no ha llegado, muestra la ausencia de amor.
    Así que no podéis solucionarlo.
    Todo lo que necesitáis es olvidaros de los celos. porque se trata de una lucha negativa. 
    Es luchar con la oscuridad; carece de sentido. 
    En su lugar, encended una vela. 
    Eso es el amor. Una vez que el amor empieza a fluir, los celos y el afán de po­sesión y todo eso dejan de existir. 
    Os sorprende adónde habrán podido ir, ya que no conseguís encontrarlos. 
    Es como cuando encendéis una ve­la, podéis poneros a buscar la oscuridad en la ha­bitación, que no vais a dar con ella. 
    Incluso buscáis con una luz y no lográis encontrarla. 
    No podéis encontrarla con una luz porque ya no está ahí, simplemente se trataba de una ausencia de luz.
    Los celos son ausencia de amor.
    Mi enfoque es: ni os molestéis con los ce­los, de lo contrario, os meteréis en una trampa de la que nunca podréis salir.
    ¡Olvidadlos! Son sintomáticos e indicativos.
    Es bueno que indiquen algo: es una señal de que el amor aún no ha tenido lugar. 
    ¡Es bueno!
    Aprended algo de ellos, fijaos en ellos y empezad a moveros hacia el amor.
    Disfrutad más del amor y habrá menos celos.
    Deleitaos más, en el amor y todavía habrá menos celos.
    Dejad que vuestro amor se convierta en una totali­dad, una locura.
    Dejad que tenga intensidad y en esa intensidad los celos arderán.
    Un amante de verdad jamás ha sabido lo que son los celos.
    Así que no os diré que empecéis a hacer algo sobre los celos; no, en absoluto. 
    Dadle las gracias por­que simplemente muestran algo que ha de suce­der que todavía no ha sucedido.
    Dedicad más energía al amor.
    En vez de dedicar energía a analizar los celos y luchar contra ellos, poned más energía en el amor. 
    De lo contrario os distraerá: empezaréis a se­guir a los celos, y eso es un desierto.
    Nunca llegaréis hasta el final.
    Ahí es donde se ha atascado todo el psicoanálisis: confunde los síntomas con los problemas y luego se concentra en penetrar en esos síntomas, en analizarlos.
    Podéis continuar pelando la cebolla, podéis seguir sin parar, una capa tras otra, y otra tras otra.
    ¿Habéis tratado con una persona que realmente esté psicoanalizada?
    No existe nadie en la Tierra cuyo psicoanálisis se haya completado.
    ¡Es imposible! Podéis ir al psicoanalista un año tras otro, y siempre habrá algo que tendréis que ex­plorar.
    Es una dirección estéril, os lleva hacia los costados.
    ¡Id en línea recta hacia el amor!
    Mi sugerencia es: haced que el amor sea una gran celebración.
    Destinad toda vuestra energía a ello, sin pensar en el futuro.
    Mientras estéis enamorados de alguien, no os con­tengáis.
    Si os contenéis, al instante eso se convertirá en ce­los, si os entregáis por completo cuando hacéis el amor, sin reservaros nada, si os encontráis abso­lutamente perdidos en ello, todo vuestro cuerpo y ser se vuelven orgásmicos; sois salvajes, gri­táis, cantáis y lloráis y reís, y sentiréis que de la nada surge una paz tal que nada os podrá dis­traer, nada podrá perturbaros.
    Haced que el amor sea un festejo y todo eso des­aparecerá.
    Los celos no tienen nada que ver con el amor. 
    De hecho, vuestro así llamado amor tampoco tie­ne nada que ver con el amor. Se trata de palabras her­mosas que utilizáis sin saber qué significan, sin expe­rimentar su significado.
    No dejáis de emplear la palabra «amor». 
    La usáis tanto que olvidáis el hecho de que aún no lo habéis experimentado.
    Es el peligro que se corre al emplear palabras tan bonitas: «Dios», «amor», «oración». 
    No dejáis de emplearlas, de repe­tirlas, y al final esa misma repetición hace que sintáis como sí las conocierais.
    ¿Qué sabéis sobre el amor? 
    Si supierais algo, no podríais formular esta pregunta, porque los celos jamás están presentes en el amor. 
    Y siempre que los celos están presentes, el amor no lo está. Los celos no son parte del amor, sino de la pose­sión.
    La posesión no tiene nada que ver con el amor. 
    Vos­otros queréis poseer.
    A través de la posesión os sentís fuertes: vuestro te­rritorio es mayor.
    Y si otro intenta entrar en vuestro territorio, os en­colerizáis.
    O si alguien tiene una casa más grande que vos­otros, os sentís celosos.
    O si alguien intenta desposeeros de vuestra propiedad, os ponéis celosos y os encolerizáis.
    Si amáis, los celos son imposibles; no son en abso­luto posibles.
    Habláis mucho sobre la fealdad de los celos.
    «Sí, son feos ... » 
    No, no lo sabéis.
    Simplemente repetís lo que yo he estado diciendo.
    Si supierais que son feos, con ese mismo conoci­miento desaparecerían. 
    Pero no lo sabéis.
    Me habéis escuchado, habéis escuchado a Jesús, habéis escuchado a Buda y habéis escuchado opiniones.
    Pero no lo sabéis.
    No sale de vuestra propia sensa­ción que los celos son feos. 
    De lo contrario, ¿por qué los sentiríais?
    No es algo fácil. Requiere un gran compromiso.
    Los celos son como una roca... muy grandes. El afán de posesión es como una roca... es puro veneno.
    El amor queda destruido, aplastado, frag­mentado. Y esos monstruos están dominando a la gente. 
    El amor debe ser liberado de esos monstruos. 
    La única manera es matando la raíz que los causa.
    Si podéis destruir los celos, matadlos, y veréis que de vosotros surgen unas energías hermosas.
    El amor se vuelve tan fácil si podéis destruir los celos; en caso contrario, los celos destruyen el amor. 
    Si destruís el odio, de pronto tenéis tanto amor que os volvéis incondicionales. 
    No os moles­táis en preguntaros si la persona es o no digna de amor. 
    ¿Quién se molesta cuando tiene tanto para dar? 
    Simplemente dais y os sentís agradecidos de que la otra persona haya aceptado.


    Y en cuanto Adán y Eva hubieron comido del árbol del conocimiento, él los expulsó del cielo, fuera del paraíso, por el miedo a que entonces probaran el otro árbol. 
    Y en cuanto comieran del otro árbol se volverían inmortales, serían como dioses. 
    Eso significa que Dios se sintió celoso. 
    Se han vuelto a medias como Dios porque ahora saben, no son más inmortales porque entonces no habría diferencia entre dios y ello: sabrían, Dios sabe; serían inmortales, dios es inmortal. 
    De modo que unos grandes celos surgieron en la mente de Dios. Fue por celos que resultaron expulsados del paraíso. 
    Este no es un concepto muy sano de Dios.
    Vuestros dioses no pueden ser diferentes de vosotros.
    ¿Quién los crearía?
    ¿Quién les daría forma y color? Vosotros los creáis, vosotros los esculpís; poseen ojos y nariz como vosotros, ¡mentes como vosotros!
    El Dios del Antiguo Testamento dice:
    «¡Soy un Dios muy celoso!».
    ¿Quién ha creado a ese Dios que es celoso? 
    Dios no puede ser celoso. 
    Y si lo es, entonces, ¿qué tiene de malo ser celoso?
    Si hasta Dios lo es, ¿por qué creeríais que hacéis algo malo cuando sentís celos? 
    Entonces los celos son divinos.

    Los celos significan que otra persona tiene más que vosotros. Y es imposible ser el prime­ro en todo.Puede que tengáis la máxima fortuna económica del mundo.
    Pero quizá no tengáis una cara hermosa. Y un men­digo os puede poner celosos... su cuerpo, su cara, sus ojos... y estáis celosos.
    Un mendigo puede hacer que un emperador sienta celos.Toda vuestra vida habéis sido celosos. ¿Qué habéis aprendido de ello?
    Si no aprendéis de esas experiencias, tendréis que repetir otra vez vuestra vida.
    Aprended de todas las experiencias, pequeñas o grandes. Siempre que estáis celosos, os encontráis en un fuego, el corazón os arde... y sabéis lo que os hacéis a vosotros mismos. Sabéis lo equivocado que es, pero solo lo sabéis por que otros lo dicen. No es propia comprensión, vuestra propia percepción. Dejad que sea vuestra percepción, para que la próxima vez que surja la situación de estar celosos podáis reíros de ella; para que la próxima vez no os comportéis con el mismo y viejo patrón. Podéis salir de ese patrón.
    Casi todas las religiones del mundo están en el mismo barco. Dicen: «No deberías estar enfadado».
    Pero ¿cuál es el camino? La ira está ahí.
    «No deberías estar celoso».
    Pero ¿cuál es el camino para deshacerse de los celos?
    «No deberías ser competitivo».
    ¡Falsos mandamientos!
    Es hermoso estar en silencio, pero, ¿dónde está la meditación que os trae el silencio?
    «No deberías estar celoso»...
    Pero ¿dónde está la comprensión de que cuando tenéis celos se esta quemando vuestro propio co­razón?
    No le hacéis daño a nadie salvo a vosotros mismos,
    Cómo podéis deshaceros de la competitivi­dad... ya que todos enseñan: «No seas competi­tivo», y por otro lado te dicen: «Sé algo». Te dan ideales: «Sé como Jesucristo». 
    Pero hay millones de cristianos; tendréis que competir. 
    Te dicen: «No seas celoso», pero obligan a la gente a serlo, ya que atan a un hombre con una sola mujer. 
    Cuando el amor desaparece y la primavera se ha terminado, entonces el hombre comienza a encontrar salidas ocultas... y la mujer también.
    ¿Quién os ha dicho que estéis celosos de al­guien que es más inteligente, de alguien que es más fuerte, de alguien que es más rico?
    ¿Por qué habéis elegido ser celosos? Vuestros ce­los solo destruirán innecesariamente vuestra energía. 
    En vez de estar celosos, averiguad qué podéis hacer con vuestra energía, qué podéis crear.