jueves, 23 de junio de 2011

AGRESIVIDAD VERBAL.- Dra. Flor Maria Puyó

AGRESIVIDAD VERBAL.
Dra. Flor Maria Puyó

Hace tiempo tenía una compañera de trabajo, que era muy hábil para contestar, cuando se le decía algo, que ella sintiera agresivo o en su contra.
Siempre que le hablaba lo pensaba dos veces y más, porque decía las cosas más agresivas e hirientes, con una sonrisa tan sutil, que se hacía difícil contestarle.
Por la dualidad de su comportamiento, porque con sus palabras hacia daño, pero con su expresión corporal suavizaba lo dicho.
A veces me he tenido que arrepentir de cosas que he dicho porque no he pensado antes para hablar.
Pero la agresividad verbal, es muy común, se supone que no deja heridas, ni consecuencias, ni morados, ni marcas.
Pero la agresividad verbal, si hace daño y mucho más de lo que nos imaginamos.
Porque con la agresividad verbal, estamos destruyendo el valor de la persona que recibe nuestra agresión, la ridiculizamos delante de otros o delante de sí mismo.
Con la agresividad verbal, podemos hacer sentir a una persona menospreciada, afectar sus sentimientos, y la percepción de sí misma.
La agresividad verbal, nos puede convertir en los tiranos más grandes y destruir la confianza y la seguridad de una persona.
A nadie le gusta ser criticado, ni burlado, sino por el contrario le gusta ser aceptado y amado.
Mucha gente responde bien cuando la agresión es abierta, pero cuando se hace a través de chistes o bromas, es difícil poder contestar, porque se supone que es agresivo, pero a la vez es amigable, y pone en duda la reacción a tomar.
Si se contesta igual, la otra persona se puede ofender y decir: “¿Porqué me contestas así? Solo quería decirte eso en chiste. 
Si se responde con risa o broma piensan que uno es el agresivo. 
En definitiva la agresión verbal, cuando se da en forma de broma es muy ambivalente.
Con mi compañera de trabajo, nunca pude responderle, porque pensaba que era su forma de ser y simplemente la ignoraba.
Pero aquí es diferente, hay tanta sensibilidad en las personas, todos estamos a la defensiva. Pensando siempre, que me quiso decir, porque lo quiso decir y con que intención lo hizo.
No ignoramos la agresión verbal, aquí respondemos como un resorte y esto provoca malos entendidos y palabras mal interpretadas, que nunca se quisieron decir pero se dijeron.
La agresividad verbal no deja marcas visibles pero las está dejando por dentro.


Y estas duelen más, porque tienen que ver con los pensamientos y lo que conlleva esto.
El pensamiento, es muy poderoso, y puede llevarnos a crear rencores en donde no había razón para hacerlo.
La agresividad verbal, nos hace sentir que somos fuertes y que no nos dejamos de los demás, que respondemos rápido y con asertividad.
Pero lo que decía al principio, que por pensar que nos estamos defendiendo, no pensamos lo que decimos y dañamos a otras personas.
Todos buscamos una forma de defendernos: quedándonos callados o hablando mucho, pero debemos tener cuidado con lo que decimos y como lo decimos y a quién se lo decimos.
No todas las personas, están dispuestas a recibir nuestra agresividad, debemos respetar la individualidad de cada uno y sus experiencias anteriores o las circunstancias que ha tenido que pasar, para no herirlas y para no tener que pedir disculpas, que a veces no suelen ser suficientes.

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